Después de un invierno duro y una primavera lluviosa, nos gusta aprovechar los momentos de los traslados con los peques de Infantil para que nos dé un poquito el sol, eso sí, mientras trabajamos, como siempre el lenguaje, y la observación del mundo que nos rodea.
Esta vez les han llamado la atención (normal, es que son preciosas, ya veréis) las rosas que hay repartidas por el patio. Hemos nombrado las partes y comprobado que las espinas pinchan, y explicado que son para que no se las coman los animales. Les sorprende que se llamen "rosas" aunque sean rojas o de otros colores. A alguno me ha costado un poco convencerle. También hemos comprobado que algunas huelen y otras no. A todos les ha encantado el rosal que sí olía, y se querían llevar una flor para sus mamás. Así que hemos estado un rato explicando que no debemos cortar las flores porque se estropean en seguida, y están más bonitas en la planta donde la vemos todos. Hemos cortado una flor silvestre para comprobarlo (pobrecilla).
También hemos aprovechado para contar y sumar las rosas: en el rosal rojo había 7 y en el amarillo solo 4 y en el rosa unas 10, y hemos calculado que en el cole habrá unos 600 niños, y en cada clase 25, por lo que nos ha venido fenomenal para explicar que no hay "SUFICIENTES" (casualmente el concepto que estamos trabajando ;-D) para todos. Además que los rosales y el patio se quedarían muy feos sin las flores.
Nos hemos conformado con coger algunos de los pétalos de una rosa que ya estaba mustia, pero que todavía olía estupendamente, y hacer un sobre para regalar a las madres, y trabajar la lectoescritura.